¿ADIÓS DEMOCRACIA DE PARTIDOS? Una mirada desde la Comunicación Política y la Opinión Pública

De: Zuart Garduño, Alberto

Por: Salvador Percastre-Mendizábal Grup de Recerca en Comunicació Política, Mitjans i Democracia (Polcom) de la Universitat Pompeu Fabra en Barcelona salvador.percastre@upf.edu


El libro titulado mediante una puntillosa interrogante "¿ADIÓS DEMOCRACIA DE PARTIDOS? Una mirada desde la Comunicación Política y la Opinión Pública" del profesor e investigador chiapaneco Alberto Zuart Garduño, publicado por Editorial Fragua en este año 2019, repara en un tema de profunda actualidad política. Su objeto de estudio es la crisis de confianza, de representación y la pérdida de identidad de los electores que se ha evidenciado en los partidos políticos tradicionales en México; y esta innegable realidad que se nos ha revelado a los ciudadanos en edad de votar en las últimas elecciones presidenciales desde el año 2000, acentúa una nueva manera de pensar y actuar dentro de la democracia mexicana.

El análisis crítico de la democracia mexicana a través de los partidos políticos, lo realiza este autor en una investigación muy detallada que brinda suficientes datos estadísticos, teóricos y sociales de todos los estratos de la sociedad mexicana, desarrollados en forma práctica y comprensible, siempre sobre la base de estudios científicos de comunicación política y opinión pública. Es precisamente en este estudio que se usa como ejemplo y se desmenuza de manera muy reveladora, a la institución política partidista más emblemática de nuestro país: el Partido Revolucionario Institucional.

Poder y ocaso del PRI u ocaso y poder de este partido político que perdió el poder presidencial en el año 2000 después de detentarlo por más de setenta años, pero que lo vuelve a recuperar en el año 2012. Por lo que, en la democracia de partidos el Revolucionario Institucional ha jugado un papel político predominante. Y es que, como lo menciona el propio autor, hasta finales de los años ochenta, todos los gobernadores de los estados mexicanos eran de extracción priista, por lo que para entender la cultura política mexicana primero habría que comprender la operatividad del PRI.

Esta investigación se enfocó además, en el estudio de los cambios de los discursos tanto de los candidatos presidenciales del PRI en esos años referidos, así como en la Declaración de Principios de ese instituto político, retomados ampliamente por la prensa escrita en el periodo de análisis, poniendo énfasis en los periódicos de mayor circulación nacional, que son justamente los relevantes pero además lo más antagonistas del PRI, como el periódico Reforma (de corte conservador) y La Jornada (de corte izquierdista). Son puntos reflexivos importantes dentro de este libro tan interesante, que evidencian los cambios ante los nuevos paradigmas a que se estaba enfrentando el partido más longevo del país, y que lo llevaron a aceptar y encarar una crisis de identidad con sus electores.

La vía para acceder a gobernar, en prácticamente todos los países del mundo, es la institución pública legalmente establecida llamada partido político, y puesto que hasta antes de la elección del 2000 no se conocía en México otro partido ganador de elecciones presidenciales, entonces es cuando nos dice el autor que el PRI en el imaginario social mexicano era concebido como un sinónimo de gobierno. De ahí la importancia de este libro para entender las causas de cómo los mexicanos conciben hoy esta nueva realidad social y política.

Pero transcurrió mucho tiempo también para que una gran mayoría de ciudadanos perdiera su identidad con este partido tan tradicional, y la teoría que analiza Alberto Zuart en su estudio, es que se pueden ver cumplidas parte de las reflexiones que hace el ensayista norteamericano Campbell, concretamente en lo concerniente a que la identidad con un partido político se forma a una "edad temprana y se mantiene considerablemente estable a lo largo de la vida del elector". Por otro lado, se suman otros factores, como también refiere en su libro al científico político estadounidense Morris Fiorina, quien señala que "la identificación con un partido es el resultado de la evaluación pasada de los gobiernos, que se va actualizando a medida que los acontecimientos alteran las percepciones de las capacidades de las diferentes formaciones políticas".

Sin embargo, en nuestro contexto, no es difícil percatarse de que, hasta antes de la primera gran derrota electoral en el año 2000, en México no se tenía un parámetro de buena, mala o regular gestión gubernamental, puesto que el partido político analizado por el autor en esta parte de la investigación (el PRI) había ocupado siempre la primera posición política de México, la Presidencia de la República.

Su estudio tampoco soslayó el aspecto económico, puesto que, con distintos datos evaluados, apunta que la sociedad mexicana no contaba con sustentables opciones de elección partidista para poder generar una evaluación adecuada, esto en atención a que los bolsillos de las familias mexicanas habían tenido un comportamiento estable durante las administraciones priistas. Por todo ello, deduce teóricamente el autor que el PRI fue capaz de crear un estrecho vínculo afectivo y social, pero sobre todo económico, haciendo olvidar la complejidad que envolvía su elección como partido político.

El autor analizó que, efectivamente existe un mal humor social sustentado en un creciente déficit de confianza hacia los partidos políticos tradicionales mexicanos, de los que también son parte el PAN y el PRD, pero, de igual manera demanda profundidad ante esta crisis de confianza y recomienda que más que satanizar se debe matizar, porque si la confianza partidista es necesaria para la permanencia de los partidos, no puede responder en absoluto a la subjetividad, porque ahí es donde encuentran terreno fértil las distorsiones o falsos juicios.

En cuanto al estudio sobre la crisis de representación, se inclina también por no satanizar este aspecto, porque, considera el autor, no se sabe hasta qué punto la representación en México esté en crisis. Él mismo concluye en que efectivamente existe representación política inclusive cuando no hay democracia. Y pone como ejemplo el hecho de que en las dictaduras se articulan modalidades de representación, y en ese sentido, el autor se propone encauzar la investigación en plantear la siguiente cuestión: "¿por qué hemos llegado a esta situación de decir que la democracia mexicana está en crisis?", en lugar de solo anclarnos en la idea de que "los partidos políticos tradicionales mexicanos no nos representan y que se vayan todos".

Concluye el autor en que el primer reto del sistema democrático representativo es cómo dar más participación al ciudadano mexicano en decisiones de gobierno, y además, hacer que esta intervención se dé en un marco de libre de expresión, y que pueda cimentarse "en el fortalecimiento de la capacidad de representación de los partidos políticos tradicionales", a través de la incorporación de "la política de coparticipación" en sus esquemas de toma de decisiones, ya sean electorales o parlamentarias.

Sin embargo, no se puede eludir el hecho de que efectivamente existe un enfado social hacia los partidos políticos tradicionales en México, sustentado en un creciente déficit de representación hacia dichas instituciones clásicas de representatividad. No obstante, el proceso de democracia en México, resulta muy difícil concebirlo sin la participación de sus partidos políticos. Por ello la importancia de que también este libro sea leído por políticos, politólogos, comunicólogos, abogados, periodistas y todos los que estén interesados en el estudio de la crisis de representación de los partidos políticos tradicionales.