Proyecto para el mejoramiento del hábitat en “El Encanto”, Tapachula, Chiapas. Contexto histórico y regional

Habitat improvement project for "El Encanto", Tapachula, Chiapas. Historical and regional context

Carlos Uriel Del Carpio Penagos carlos.carpio@unach.mx Universidad Autónoma de Chiapas Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México
Lorenzo Franco Escamirosa Montalvo franco@unach.mx Universidad Autónoma de Chiapas Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México
María de Lourdes Ocampo García Universidad Autónoma de Chiapas Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México
Ángel René Estrada Arévalo Universidad Autónoma de Chiapas Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México

DOI: https://doi.org/10.31644/IMASD.30.2022.a03

Recepción: 12 de mayo 2021 Aceptación: 15 de julio 2021 Publicación: 01 de junio 2022

Resumen

En el año 2019 se llevó a cabo un diagnóstico de la localidad denominada “El Encanto”, en Puerto Madero, Chiapas, con la finalidad de obtener datos de campo sobre aspectos socioeconómicos, condiciones de salud de la población, vivienda, hábitat y medio físico natural. El objetivo del diagnóstico fue proporcionar sustento empírico a diversas propuestas de intervención para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la localidad. El equipo de trabajo estuvo formado por 4 profesores (una arquitecta, un ingeniero civil, un antropólogo y un médico), 49 estudiantes de séptimo semestre de licenciatura en arquitectura, 2 estudiantes de servicio social de la misma carrera y un egresado de maestría en arquitectura y urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Chiapas. En este documento no presentamos los resultados del diagnóstico ni analizamos los datos cuantitativos obtenidos de la aplicación de la encuesta; dichos resultados se presentan, analizan y discuten en otro documento. En este artículo lo que hacemos es llamar la atención sobre la necesidad de contextualizar los datos cuantitativos obtenidos en la encuesta, proporcionando una perspectiva de la historia local y regional, de tal manera que los datos numéricos utilizados por los diseñadores para hacer su propuesta de intervención, cuenten con un marco explicativo. ¿Por qué el pueblo se ubica en un lugar tan inadecuado topográficamente?, ¿Por qué la gente de allí es tan pobre y carece de infraestructura urbana?, ¿Quiénes son estas personas? Sostenemos que el universo que los arquitectos, urbanistas y médicos pretenden intervenir y transformar es la localidad y por lo tanto el diagnóstico se reduce a dicha escala, los datos recolectados deben interpretarse en relación con procesos de escala regional y de larga duración, por lo que enfocamos nuestra mirada en los cambios económicos, socioculturales y ambientales del Soconusco desde finales del siglo XIX a la actualidad para entender el contexto en que surge y se desarrolla la localidad estudiada y sus problemas.

Palabras clave: Frontera Sur; Soconusco; Centroamérica; Procesos de larga duración

-Abstract-

In 2019, a diagnosis of the town called "El Encanto" was carried out, in Puerto Madero, Chiapas, in order to obtain field data on socioeconomic aspects, health conditions of the population, housing, habitat and natural physical environment. The objective of the diagnosis was to provide empirical support for various proposals for intervention to improve the living conditions of the inhabitants of the town. The work team was formed by 4 professors (an architect, a civil engineer, an anthropologist and a doctor), 49 students of seventh semester of bachelor's degree in architecture, 2 students of social service of the same career and a graduate of master's degree in architecture and urbanism of the Faculty of Architecture of the Autonomous University of Chiapas. In this document we do not present the results of the diagnosis or analyze the quantitative data obtained from the application of the survey; these results are presented, analyzed and discussed in another document. In this article what we do is to draw attention to the need to contextualize the quantitative data obtained in the survey, providing a perspective of local and regional history, so that the numerical data used by the designers to make their intervention proposal, have an explanatory framework Why the town is located in such an inappropriate place topographically?, why are the people there so poor and lacking in urban infrastructure?, who are these people?. We maintain that although the universe that architects, urban planners and doctors intend to intervene and transform is the locality and therefore the diagnosis is reduced to that scale, the data collected must be interpreted in relation to processes of regional scale and of long duration, so we focus our gaze on the economic, sociocultural and environmental changes of the Soconusco from the late nineteenth century to the present to understand the context in which the studied locality arises and develops and its problems.

Keywords: Southern Frontier; Soconusco; Central America; Long-duration processes

1. Introducción

Pueblos como “El Encanto”, habitados por personas carentes de riqueza y poder, generalmente nacen como apéndices de un proceso económico de carácter regional, nacional o internacional. La localidad bajo estudio está situada en la frontera sur de México, a escasos 25 kilómetros de la línea de demarcación internacional que divide México con Centroamérica, en la región conocida como Soconusco, misma que ha sido clave en el surgimiento y desarrollo de diversos procesos de carácter económico, político e incluso civilizatorio, al ser este lugar uno de los puntos donde surgió la civilización en Mesoamérica (Clark y Blake, 1993). El objetivo de este documento es proporcionar un marco histórico y regional para la interpretación de los procesos económicos, socioculturales y ambientales de la localidad “El Encanto”, municipio de Tapachula, Chiapas (ver mapa 1). Los usuarios de la información generada serán los diseñadores de los proyectos de vivienda y equipamiento para la localidad y para que las intervenciones que se propongan a escala del hábitat consideren el contexto general en que se ubica el sitio mencionado.

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2. Materiales y métodos

Como primer paso, en gabinete y utilizando Google Earth se hizo una revisión cartográfica y estadística de la región, localizando y jerarquizando la red de caminos, pueblos y ciudades, patrón de asentamientos, usos del suelo y cuerpos de agua. Posteriormente se realizó trabajo de campo en el área y en la localidad, que incluyó entrevistas a informantes clave, grupos focales y recorridos en lancha por los canales costeros para observar y fotografiar los sitios de pesca y las áreas de disposición final y tratamiento de residuos sólidos y líquidos, así como un recorrido por las instalaciones portuarias.1 Como paso final, previo a la redacción del diagnóstico presentado al Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación del Estado de Chiapas (ICTI), se realizó una revisión bibliográfica para enmarcar histórica y geográficamente los datos obtenidos en campo, que es lo que en este documento se presenta.


1 El proyecto: “Propuesta de mejoramiento del hábitat de la colonia “El Encanto” de la localidad de Puerto Madero, Tapachula, Chiapas”, Clave: ID-1033 (2019), contó con financiamiento del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación del Estado de Chiapas (ICTI). Los resultados estadísticos, así como las diferentes propuestas de mejoramiento de vivienda e introducción de infraestructura y equipamiento urbano pueden consultarse en Escamirosa et al., 2020, “Reconstrucción del hábitat en comunidades rurales de Chiapas: caso de estudio Ocuilapa y El Encanto” (Online): www.AcademiaJournals.com y el Informe Técnico del proyecto (Escamirosa et al., 2020), en Red Investiga ICTI (Online): https://RedInvestiga.chiapas.gob.mx

3. Resultados

Soconusco y la dinámica regional a partir de la delimitación de la frontera México-Guatemala

En 1882 se firmó el Tratado de Límites entre México y Guatemala, dando inicio en la región un periodo de bonanza económica, ya que el tratado dio certeza jurídica a los inversionistas extranjeros y nacionales interesados en el cultivo, beneficio y comercio del café, que en Guatemala llevaba produciéndose comercialmente hacía ya más de 50 años, desde la época del fundador de esa nación, Rafael Carrera, que gobernó el país de 1844 a 1865, periodo durante el cual el café llegó a generar el 50% del PIB, siendo el origen de las principales transformaciones del país (Del Carpio Penagos, 2017; 2018).

La firma del Tratado de Límites fue consecuencia de la demanda de tierras para expandir este cultivo y las fértiles laderas montañosas de Soconusco y de la Boca Costa guatemalteca, ofrecían éstas en grandes e inmejorables extensiones vírgenes. Pero no existían condiciones jurídicas que garantizaran la propiedad de la tierra, ya que se trataba de una frontera internacional no definida. Sin embargo, a partir de la firma del tratado muchos empresarios extranjeros y nacionales invirtieron en Soconusco en el desarrollo de fincas cafetaleras. Uno de ellos fue el español Bruno García Mijares, quien, además de poseer varias propiedades en el área cafetalera así como en la llanura costera, entre ellas “La Alianza”, se dio a la tarea de reconstruir el puerto de San Benito, abierto en 1861, para darle salida a la producción agrícola y extractiva de la región. Bruno García fue un empresario de amplios intereses, dedicándose también al transporte y comercio de mercancías, así como a la producción de energía eléctrica, fluido del que abasteció a la ciudad de Tapachula hasta 1937, cuando el gobierno de Lázaro Cárdenas creó la Comisión Federal de Electricidad.

En los años finales del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, la producción de café de las fincas situadas en las partes altas de la región soconusquense era llevada a Tapachula mediante mulas. Esta ciudad era el centro de acopio de toda la producción y allí se establecieron numerosas empresas que beneficiaban el grano: lo descascaraban, secaban, le quitaban el cascabillo, lo pesaban y encostalaban. Don Bruno tenía intereses en todas las fases del proceso.

Una vez transformado en producto comercial rentable, ya que era deseado por un mercado creciente en Europa y los Estados Unidos, el café se transportaba en cientos de carretas tiradas por bueyes a través de la planicie que separa Tapachula de las playas del Pacífico, pasando por el pueblo de Mazatán, que era una estación de relevo de las yuntas, donde los animales que arrastraban las carretas desde Tapachula eran sustituidos por otros que completaban el trayecto hasta la playa de San Benito, donde don Bruno reconstruyó y agrandó el puerto de cabotaje que prestaba servicio al comercio de la región desde la época juarista. Cada carreta cargaba una tonelada de peso en mercancías, principalmente café, aunque también se exportaba carbón, sal, maderas y plátanos.2

El puerto consistía en un muelle de madera que se adentraba en el mar hasta donde podían fondear grandes “pangones”; cada una de estas embarcaciones era manejada por seis remeros y eran cargadas hasta con 10 toneladas. Mediante ellas, el café se hacía llegar hasta los barcos que anclaban a 3 kilómetros mar adentro para evitar encallar. Eran estos barcos los que llevaban el café a Nueva York, Hamburgo, Londres y otros grandes centros urbanos del mundo, donde el grano, originario de las mesetas etíopes, generaba nuevos hábitos de consumo, relaciones y uso del tiempo, a fines del siglo XIX. Cada barco era cargado hasta con 5 mil toneladas, cuenta don Tito Rivera, un anciano habitante de El Encanto, descendiente de uno de los fundadores del ejido Puerto Madero.


2 Karl Helbig, geógrafo alemán que realizó sus estudios clásicos sobre la geografía de Chiapas en los años 60, informa, en un libro denominado El Soconusco y su zona cafetalera en Chiapas (1964: 114), que San Benito fue agrandado notablemente a partir de 1895, en pleno porfirismo. Fueron estas obras las que llevó a cabo don Bruno García, mismas que le permitieron operar la terminal portuaria como propiedad suya. Probablemente disfrutaba de una concesión dada por el gobierno de Porfirio Díaz, como en esos años se acostumbraba hacer, con miras a fomentar el desarrollo capitalista del país.

La llegada del ferrocarril a Tapachula en 1908, conectó a Soconusco con el resto del país e inició el declive del emporio de don Bruno, quien trató de mantenerse en el negocio de la transportación de mercancías construyendo un puerto similar a San Benito en la región de la Bocacosta guatemalteca, lugar al que llamaría Puerto Miniso. Para eso mandó traer todo lo necesario de Europa mediante el buque Sisoste, que tuvo la desgracia de encallar, perdiéndose así la inversión y acelerando la ruina final de don Bruno. Sus trabajadores mientras tanto sobrevivieron trabajando los predios de San José, Santa Rita y Juan Grande, que don Bruno les había concedido para mantenerlos cohesionados, dando así origen a la población y ejido de Puerto Madero, fundado en 1942. Fueron 42 familias las que fundaron la localidad, entre ellas, los hermanos Ernesto, Rafael, Ricardo y Humberto Estrada Vázquez, así como Francisco Sánchez Baños.

La economía de Soconusco siempre ha sido de tipo extractivo, de enclave, que consiste en producir riqueza que se exporta a otras regiones del país y del mundo, permaneciendo la población local y la región prácticamente sin cambios significativos o siendo estos de dinámica muy lenta, garantizando así su papel de productor de riqueza para beneficio de élites foráneas.

Sin embargo, durante los años 40 empezaron a darse algunas transformaciones en el paisaje regional. Para entonces los ejidos originales habían aumentado su población y recibieron ampliaciones de sus territorios; paulatinamente también se fue ampliando la infraestructura productiva con la construcción de sistemas de riego y caminos en la llanura costera, lo cual estimuló la diversificación agrícola, la fertilidad del suelo y el rendimiento del trabajo y la inversión.

En concordancia con la creación y ampliación de ejidos en la zona, que en buena medida fue una forma de quebrar el poder que los finqueros alemanes habían llegado a tener en Soconusco, una situación potencialmente peligrosa para el país y para los Estados Unidos en el contexto de la Segunda Guerra Mundial; el estado mexicano se embarcó en la creación de nueva infraestructura productiva en la región y en el mejoramiento de la ya existente. Entre 1947 y 1952, se construyeron sistemas de riego en Suchiate y Cacahoatán para la producción de cacao en casi 6 mil hectáreas. Hasta 1958, en el río Suchiate se habían irrigado siete mil hectáreas de suelos de aluvión y se tenía planeado hacer obras similares en los demás ríos de la región. Los sistemas de riego requirieron la construcción de puentes, bordos y canales que afectaron a los afluentes por la generación de sedimentos. Por otra parte, la deforestación siempre acompaña a las actividades agropecuarias y extractivas, que se incrementan con las vías de comunicación abiertas y con la construcción de sistemas de riego, acelerándose de esta manera el proceso erosivo de las cuencas, modificando los parámetros físicos, químicos y mecánicos de las corrientes de agua, lo cual afecta, por supuesto, otros niveles de los ecosistemas asociados, como los sistemas lagunares y las pampas y esteros.

En los años 60, el ya para entonces viejo camino férreo empezó a quedar obsoleto con la pavimentación de la carretera costera de Chiapas, que en 1964 enlazó de manera más expedita Tapachula y las demás ciudades de la costa, como Huixtla y Tonalá, con Tuxtla Gutiérrez y el resto de Chiapas y el país, haciendo que aumentara el tráfico de vehículos privados y de transporte de carga y pasaje, actividades todas ellas que permitieron el surgimiento de un sector terciario pujante, las tareas del gobierno crecieron y se diversificaron, el comercio se multiplicó.

En los años 70, cuando empezó la construcción de Puerto Madero (hoy Puerto Chiapas) y surgió “El Encanto”, se inició una política de desecación de pantanos y otros humedales en la costa de Chiapas, mediante drenes, rectificación de cauces, bordos y drenes colectores. El proyecto buscaba intensificar el uso del suelo con fines agrícolas, significando esto otro golpe muy fuerte para los ecosistemas lagunares por la extracción de agua de los ríos para el riego, modificando la topografía de la región.3

Los años 70, el estado benefactor

Los ex trabajadores de don Bruno, devenidos en ejidatarios en la localidad que decidieron llamar Puerto Madero, en honor del prócer de la revolución mexicana Francisco I. Madero, se volcaron a la pesca de camarón, cuya riqueza fue descubierta por 3 barcos japoneses que surcaron la costa soconusquense en 1945, en los inicios de la Segunda Guerra Mundial, con la misión de instalar una estación de radio en La Palma, municipio de Acapetahua4 , así como explorar las aguas marinas y la costa, poniendo de relieve la gran abundancia de camarones, tiburones y especies de escama, que se alimentaban de la riqueza orgánica proporcionada por los numerosos ríos que bajan de las tierras altas de la serranía soconusquense. Posteriormente, en Salina Cruz, en el istmo de Tehuantepec, Oaxaca, se construyeron astilleros y se establecieron empresas pesqueras que operaban con lanchas y barcos.

En Chiapas, fue hasta 1970 que se organizó la extracción camaronícola, tiburonera y pesquera de Puerto Madero, con la creación de una cooperativa pesquera, el establecimiento de una escuela técnica pesquera y la construcción de una flota compuesta de siete barcos de 72 pies de eslora, que podían cargarse con 30 mil litros de diésel y 20 mil litros de agua. Las embarcaciones tenían una autonomía de 20 días e iban equipadas con 5 tripulantes y un equipo de 60 pies de boca en cada lado de la embarcación, además estaban provistas de un sistema de refrigeración en sus bodegas para congelar las especies capturadas. Tales barcos fueron el Puerto Madero, construido en Salina Cruz; el Tapachula, construido en astilleros de Veracruz; el Chiapa de Corzo, el Tuxtla Gutiérrez y el San Cristóbal, construidos en Topolobampo, Sinaloa y el Bonampak y el Chamula, armados en Mazatlán, también en Sinaloa.

Entre los primeros pescadores del puerto estuvieron Tereso Ramos y sus hijos Tereso, Natalio y Daniel Ramos López, originarios de Tapanatepec, Oaxaca, quienes pescaban con cayuco en la Laguna de Cabildos diversas especies de escama como mojarra, robalo y pargo; fueron ellos también quienes años después introdujeron el uso del trasmallo con mangas de diferente medida hechas de hilos de algodón del 9 y del 12 y con malla de punta de 3 y 4 dedos. Otros pescaban desde la playa con atarrayas y otros más utilizaban arpón en la captura de grandes robalos. Los primeros compradores de pescado en Puerto Madero fueron Manuel Chacón y Gonzalo Matías. Sin embargo, las obras de dragado del puerto cambiaron los parámetros físicos de las lagunas y sus aguas, ya que se introdujo agua de mar a ellas, al tiempo que disminuía y se degradaba el agua dulce que provenía de las montañas, a través de una extraordinaria afluencia de ríos que se formaban en la pluviosa serranía, favoreciendo la aparición y el predominio de nuevas especies y a la disminución y pérdida de otras.


3 La información de campo indica que los problemas de inundaciones en el área urbana de “El Encanto” se agudizaron cuando se pavimentó y amplió la carretera Tapachula-Puerto Madero, ya que se modificaron las pendientes naturales y los cauces de las escorrentías.

4 Los japoneses estaban instalados en El Soconusco desde 1897, cuando un grupo de 36 colonos fundó en Escuintla, la colonia Enomoto (Kerber Palma, 2017).

Los primeros años de la década de los 70 fueron de bonanza para los pescadores, que llegaron a exportar 60 mil libras de camarón a San Francisco y San Diego, California, obteniendo con ello grandes ganancias. El negocio iba tan bien, que la empresa tenía además de su propia flota, 4 embarcaciones más en arrendamiento en participación con una empresa privada denominada Toyloca, con quien estaba en una asociación 45-55 (45% para la cooperativa y 55% para Toyloca). La empresa privada corría con los gastos de combustible, mantenimiento, equipos, además de pagar el salario del patrón y el motorista. La cooperativa pagaba el sueldo del winchero, que era el encargado de conservar el producto en estado óptimo para el mercado de los Estados Unidos, el marinero, que era el encargado de las redes y demás artes de pesca y del cocinero.

La pesca de tiburón fue también una actividad económica muy importante. Fue un tapachulteco de nombre Leoncio Molet Coutiño, cuyos padres eran comerciantes de muebles en esa ciudad, quien formó la primera cooperativa de pesca de altamar. Leoncio compró dos lanchas equipadas con motores estacionarios Lister, lo que las hacía lentas. Pescaban con cimbra, con anzuelos inadecuados de 20 centímetros de largo, que impedían atrapar los ejemplares más grandes, que lograban escapar después de enderezar los arpones con sus fuertes mandíbulas. Fue Leoncio quien trajo de Alvarado, Veracruz a Justo Criollo, el primero que empezó a atrapar tiburones utilizando redes, que llevaba mediante lanchas hasta unos 50 kilómetros mar adentro. Llegaron a operar más de 600 lanchas de 25 pies de eslora y equipadas con motores fuera de borda de 75 caballos, cada una de las cuales hacía tres viajes a la semana a alta mar, y regresaban cargadas con hasta 2 toneladas de producto. Puerto Madero llegó a ocupar en esos años el primer lugar nacional en captura de tiburón. Hoy día la sobreexplotación ha terminado con la actividad, siendo necesario adentrarse hasta 300 kilómetros dentro del mar para atrapar algún ejemplar, haciendo incosteable su captura.

En 1975 se introdujeron redes agalleras, siendo los hermanos Hilario, Conrado y Héctor Hernández Villatoro, los primeros en ponerlas en uso. Por su parte, Yiyo, un veracruzano, fue el primero en utilizar ecosondas para localizar sitios de pesca, especializándose en la captura de huachinango, cherna, cabrilla, gallina y mero.

Además de la flota local, denominada “Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Puerto Madero”, a las aguas costeras chiapanecas llegaban barcos de las cooperativas “Progresista Istmeña”, que tenía 35 barcos, y “La Suriana”, con 26 embarcaciones, ambas tenían su base en Salina Cruz. También llegaban embarcaciones de Mazatlán y Topolobampo, Sinaloa.

Acorde con la bonanza, en 1972 el estado decidió impulsar la creación de un polo de desarrollo industrial en la zona, en donde debían instalarse compañías procesadoras de productos marinos, fábricas de harina de pescado y otras. Para ello, el gobierno federal expropió las tierras cercanas a la costa, despojando a los habitantes de Puerto Madero y a los rancheros de la zona de sus parcelas ejidales y propiedades agrícolas, que retornaron a la nación para que se construyera en ellas un puerto de altura, que debería, según el proyecto, constituirse en puerta de salida para la producción agropecuaria y de materias primas de Chiapas y en la entrada de mercancías provenientes de diversos países de la cuenca del Pacífico. No obstante nada de esto sucedió, o por lo menos no en la escala en que fue imaginado.

El puerto no ha sido operativo debido a que, a pesar de tantas obras para evitar su azolve, las fuertes olas que irrumpen desde el mar arrastran grandes cantidades de arena hacia la playa, disminuyendo su profundidad constantemente, evitando que las grandes embarcaciones, como los cruceros y trasatlánticos puedan atracar en sus muelles, limitando su operatividad a embarcaciones de bajo calado, como barcos pesqueros y yates privados.

Surgimiento de la colonia “El Encanto”

Las obras para erigir el puerto requirieron grandes cantidades de materiales de construcción, entre ellas el ladrillo de barro cocido. Fue así como se originó la colonia “El Encanto” en los primeros años de 1970, con obreros de la construcción que llegaron en busca de empleo en las obras portuarias y que se quedaron a vivir en las zonas marginales y de mayor riesgo, como los potreros inundables cercanos al puerto, donde surgieron ladrilleras junto a la carretera de acceso al pueblo de Puerto Madero. Llegaron personas de todas partes de Chiapas y de otros estados del país, atraídos por la oferta de trabajo, entre ellos algunos que conocían el oficio de hacer ladrillos, e identificaron rápidamente la calidad óptima de los suelos aluviales de la zona, dando así comienzo a la elaboración de este material para surtir la demanda no solamente de las obras de Puerto Madero, sino también en Tapachula, que en esos años de abundancia también se expandía hacia sus periferias, con la apertura de nuevas vialidades y el mejoramiento de otras, así como nueva infraestructura y áreas habitacionales.

Los primeros ladrilleros eran gente que provenía de la colonia Morelos, a 4 kilómetros de allí. Entre los primeros estuvieron los Estrada, los Espinosa, los Molina, los Matías Urrea (Adulfo Matías y sus hijos Eleazar y Cesar Matías), Juan Carlos Flores Cabrera y Juan Cortés. De Tabasco llegó un individuo de nombre Román Soto Balmaceda, que hizo un contrato con la administración portuaria para surtirle de ladrillos. Don Román contrató a varios istmeños para hacerlos y así llegaron Isaías Pérez, Enedino López Castañón y Jorge López. Don Román era un capitalista que financiaba la producción y este contrato aumentó considerablemente su fortuna convirtiéndose en constructor. Hoy día sus hijos manejan una compañía constructora y tienen contratos para construir carreteras, “son muy ricos”, nos dice un residente de “El Encanto”.

La actividad atrajo también a peones sin trabajo fijo que deambulaban por los ranchos desempeñando diversas actividades no calificadas. Varios de estos peones ambulantes se establecieron en la colonia ya que encontraron un trabajo estable en las ladrilleras. En esos años, el paisaje del lugar estaba compuesto de diversos hornos de ladrillo dispersos en el zacatal de los potreros. Las primeras casas del pueblo fueron las chozas de los propietarios y peones de las ladrilleras, junto a los hornos y las áreas de secado de los ladrillos crudos.

Para 1989 ya existían 11 casas ocupadas por Juan Cortés y su familia, Isaías Pérez, Horacio Martín Urrea, Jesús Lastres, Vicente Zavala Vilchis, Isaías Zebadúa de León, Cecilio Cortés López, Agustín Cortés López, Elena Matías Urrea (hija de Horacio), Oscar Tercero, Juan García Soriano, y ese año se agregó Edi Chacón Flores, originario de Frontera Hidalgo. Los Cortés López, por su parte, son originarios de Huixtla.

El techo de las casas del lugar era de palma real, misma que se ha mantenido hasta la actualidad pese al creciente uso de láminas galvanizadas, por lo que tiene mucha demanda en la construcción. Es un material que producen los rancheros privados de la zona. Al día de hoy, noviembre de 2019, el precio del millar de hojas es de $3,000.00 pesos puestas en el lugar, por lo que el traslado debe costearlo el usuario. Para cubrir un metro cuadrado de superficie se necesitan 30 hojas, de manera que con un millar se cubren un poco más de 30 metros cuadrados. Las paredes y la estructura de las viviendas son de varillas de otate, que se compran a $30.00 pesos la pieza. Las más gruesas y resistentes, que cumplen funciones estructurales, tienen un valor de $60.00 pesos la pieza. Las vigas y tirantes de las casas son de madera de coco, que se vende aserrada a $20.00 pesos el metro lineal o a $200.00 pesos el árbol de 7 metros, de donde pueden obtenerse 4 polines de 8 x 8 cm. Es una madera muy dura que no se pica. También se usa bambú. Para evitar que se pique, el bambú debe cortarse al amanecer del cuarto día después de la luna llena, un periodo que los costeños llaman “luna sazona”.

Todas estas familias vivían de hacer ladrillos, miles diariamente, pero durante el gobierno de Manuel Velasco Coello (2012-2018), la administración del puerto construyó la barda para cercar los terrenos del parque industrial, los terrenos donde extraían la tierra quedaron protegidos por la barda, por lo que la fuente principal de ingresos de los pueblerinos del Encanto se extinguió, sometiéndolos a nuevas condiciones para lograr su reproducción. Hoy día subsisten dos o tres personas que aún se dedican a su elaboración, pero comprando la materia prima con los propietarios privados de las cercanías, que les venden camionadas de tierra, así como el combustible para quemarlo, la leña de mango.

El costo de 6 metros cúbicos de tierra es de $1000.00 pesos, la madera de mango es a $700.00 pesos la carga, y para quemar una hornada de ocho mil ladrillos se utilizan dos cargas; mientras que el costo de la mano de obra por hacer mil ladrillos es de $400.00 pesos. El millar de ladrillos lo venden adelantado, a $1000 pesos el millar, por lo que los verdaderos beneficiados con esta industria son los propietarios de las tiendas de materiales de Tapachula, que venden el producto a $2300.00 el millar.5

Oficialmente la colonia es un ejido, un núcleo agrario que, por decreto, recibió tierras para su subsistencia y habitación. El territorio del ejido está dividido en tres fracciones separadas entre sí. Es decir, su territorio no forma una unidad geográfica continua, sino que son tres fracciones:

  1. Agua Prieta, antes denominada Juan Grande, es una fracción de 50 hectáreas de tierras planas e inundables, que anteriormente fue un rancho perteneciente a un individuo de nombre Nibardo Betanzos, cedido por el gobierno a los colonos en 1992. En tiempo de secas, el pantano se convierte en un potrero donde pastan algunas cabezas de ganado, y también subsisten algunas plantas de palma africana, pero como los terrenos son salitrosos estas casi no producen frutos, por lo que no constituyen una fuente de ingresos para los campesinos o si lo hacen es de manera muy marginal. Además, el terreno está en litigio con un grupo de personas de Puerto Madero, que mediante engaños y contubernios lograron escriturarlo a su favor, generándose así un conflicto legal por la posesión del predio. Un habitante del lugar, originario de un pueblo istmeño, refiere la existencia de una Asociación Civil Encanto Moctezuma A. C., fundada en 2006 para gestionar la regularización de la tenencia de la tierra.

    En las áreas no salitrosas del predio prosperan muy bien los árboles de limón, de mango, de tamarindo, de guanábana, de anonas, de chicozapotes, mamey, papaya, marañón (nuez de la India), siendo incluso posible hacer plantaciones con estos productos, que tienen gran demanda en los mercados urbanos.

  2. La Esperanza, una fracción de 19 hectáreas, originalmente propiedad de Elodia Pérez y adjudicado a los colonos en el año 2004. Dicho predio fue expropiado por el gobierno para incorporarlo al Parque Industrial de Puerto Chiapas.6
  3. La Mansión, un predio de 21 hectáreas, cuya propietaria original era Manuela Barceló Cigarroa, adjudicado a la colonia también en el año 2004, pero al igual que el anterior, expropiado por el gobierno para incorporarla a la superficie del parque industrial.

5 Precios de septiembre de 2019

6 El pueblo de Puerto Madero, que ha ido adquiriendo el carácter de ciudad paulatinamente, conserva dicho nombre, y se ha inventado el nombre de Puerto Chiapas, para la zona federal donde funciona el gobierno militar y civil del puerto y se localizan las instalaciones para que atraquen los barcos, el club de yates o Marina Chiapas y los polígonos destinados al uso industrial y comercial.

Durante los pocos años que las tierras fueron suyas, cada colono disponía de 12 cuerdas de superficie, además de un lote urbano para edificar su vivienda. Pero como normalmente sucede, la mayoría de ellos, obligados por la necesidad vendieron sus derechos a los compañeros más afortunados. De manera que hoy día, de todas las familias que habitan la colonia, solamente 10 de ellas poseen tierras en la fracción Agua Prieta, por una extensión que va de 3 a 5 hectáreas por familia.

En el año 2007 lotearon el terreno donde se localiza el pueblo, dividiéndolo en cuadrículas de 20 x 20 metros (400 metros cuadrados), aunque hubo quienes obtuvieron lotes más pequeños.

A raíz de la reciente construcción del parque industrial, las ya de por sí tierras inundables en que se asienta la colonia se vieron aún más perjudicadas porque las inundaciones durante la temporada de lluvias se recrudecieron, haciendo que en esa época del año los habitantes del pueblo tengan que refugiarse en los albergues de la ciudad de Tapachula, por lo que los terrenos y las casas las han ido vendiendo cuando encuentran algún comprador, aunque lo más común es que los abandonen, emigrando a otros lugares y dejando las propiedades en manos de aquellos que deciden quedarse.

Breves historias de vida

Eva. Es originaria de Tuxtla Chico, de donde llegó ya casada a El Encanto en el año de 1985. Ella y su esposo son originarios de Frontera Hidalgo, donde trabajaban como peones temporales en los ranchos. Se establecieron en “El Encanto” porque allí encontraron trabajo fijo en una ladrillera. La casa donde actualmente viven la obtuvieron de una familia que emigró, dejándoles el terreno y la choza a cambio de una promesa de pago que nunca se cumplió.

Tito. Nació en Puerto Madero el 4 de octubre de 1938, por lo que es un hombre de más de 80 años, que sabe de memoria datos específicos de la historia de Puerto Madero y “El Encanto”. Él es hijo de un fundador de Puerto Madero, un ex trabajador de don Bruno García. Ha sido líder político y representante de México en foros sobre la actividad pesquera a nivel internacional. De Ecuador trajo don Tito, en 1973, el conocimiento para la cría de peces en forma comercial en granjas piscícolas. Fue representante de su organización, la Sociedad Cooperativa Pesquera de Puerto Madero, en un evento en el país andino, que en esos años también tenía una industria pesquera boyante, al igual que Perú. Tito fue fundador del Centro de Estudios Tecnológicos del Mar (CESMAR) número 24, ubicado en Puerto Madero. En la colonia su casa es amplia, construida con madera de coco, bambú, zacate y lámina galvanizada. En una espaciosa área techada vende frijol, maíz y otros granos y productos de abasto. Tito y su hija atienden a sus clientes y tiene además, en su patio, una instalación para la cría de mojarras, que las ha llegado a producir por miles, surtiendo la demanda local, ya que, a pesar de que los habitantes de este lugar tienen acceso a los esteros de la Laguna de Cabildos, se necesitan artes de pesca y peces que atrapar, y de ambos carecen, porque hace años que los esteros dejaron de producir, debido a que su estructura fue alterada por las obras de dragado del puerto y por la sobreexplotación de los recursos. Allí ha encontrado Tito una oportunidad para su producto.

Edi. De 73 años, nació en Rancho san Joaquín Cosalapa, municipio de Frontera Hidalgo, Chiapas. Es un hombre de frontera. Llegó a vivir a El Encanto en 1989.

Idolina. Tiene 60 años y es originaria de Revolución Mexicana, municipio de Villa Corzo, en el centro de Chiapas. El papá de Idolina era ladrillero en Revolución Mexicana y vino a trabajar en la elaboración de este material a El Encanto, Idolina tenía 14 años cuando llegaron en 1974. En la ladrillera conoció al que sería su esposo, quien la llevó a vivir a Tuxtla Chico unos años, regresando a El Encanto, donde actualmente viven.

Elena. Es hija de uno de los dos ladrilleros de la localidad que aún se dedican a dicha actividad. Es una familia amplia que tiene un solar grande en una esquina del pueblo, donde está el horno de ladrillos, la casa de paredes y estructura de madera y techo de lámina galvanizada, así como varios árboles frutales y un huerto de verduras. Ella es una gran gestora de equipamiento e infraestructura para la localidad. Está al frente de una empresa productora de agua embotellada que cubre la demanda del pueblo y de Puerto Madero. La empresa fue financiada por un beisbolista de grandes ligas a través de una organización religiosa norteamericana. Anualmente, la empresa es supervisada por miembros de la organización, que verifican que la producción cumple con las normas de higiene y manejo administrativo. Elena es además gestora del sistema de distribución de agua doméstica que en noviembre de 2019 empezó a dar agua entubada a los habitantes del pueblo. El agua de la empresa tanto como la del sistema proviene de pozos profundos, de manera que tanto la infraestructura requerida para la extracción, almacenamiento y distribución, así como la operación de la red, es muy costoso. De manera que la gestión del agua demanda un alto compromiso de Elena. Es a través de ella que las instituciones externas al pueblo, como el sistema municipal de agua de Tapachula o la Universidad Autónoma de Chiapas, se relacionan con la localidad. Su papel de gestora la convierte en intermediaria entre las instituciones externas y la sociedad local.

  • El Soconusco hoy

El Soconusco es el puente natural entre México y Centroamérica, ya que conecta tanto la costa del Pacífico como la zona montañosa de la sierra de Cuchumatanes y la Sierra Madre, los Altos y la Depresión Central de Chiapas. A través de los caminos que surcan esta región se introducen productos de abasto alimenticio, cervezas, alcohol, electrodomésticos, migrantes de todo el mundo que buscan llegar a los Estados Unidos, prostitución, drogas y armas. Algunas de estas mercancías van del norte hacia el sur y otras en sentido contrario. Las armas por ejemplo van del norte hacia el sur, lo mismo que los electrodomésticos, las cervezas, alcohol y productos agrícolas, mercancías que resultan más baratas en México que en Guatemala, por lo que comerciantes y contrabandistas entran a surtirse a México para vender con un considerable margen de ganancias en los mercados de los Altos y en El Quiché, de donde provienen. Casi todas las demás mercancías, como drogas, migrantes, prostitución y personas, van del sur hacia el norte, buscando el “sueño americano”.

Si bien la región se integró al mercado mundial y atrajo a numerosa y diversa población del mundo, desde fines del siglo XIX, Tapachula tardó hasta fines de los años 30 y primeros de los 40 para convertirse en una ciudad (Camas Reyes; 1995: 36), conectada en esos años principalmente con el centro del país a través del ferrocarril y con ciudades del exterior a través de puerto San Benito (posteriormente Puerto Madero y hoy Puerto Chiapas). La comunicación con el centro de Chiapas era débil, ya que los caminos que lo conectaban con el centro de Chiapas apenas fueron cubiertos con terracería en 1932, el de la costa y en 1934 el de la sierra, que pasa por Motozintla, ambos siguiendo un trazo que data de tiempos coloniales y aún más atrás.

En la medida que se amplió la red de caminos y se incrementó la infraestructura productiva, también se amplió el área urbana con el surgimiento de nuevas colonias, situación que cobró mayor relevancia a partir de los años 70, periodo en el que, como hemos dicho líneas atrás, la región tuvo su época de bonanza. En el sector de servicios florecieron la venta de semillas mejoradas, empresas fumigadoras, venta de agroquímicos, bodegas, compañías de transporte. Muchos de aquellos que acudían atraídos por las ofertas de empleo se quedaron a vivir en Tapachula o sus cercanías, como hemos visto que pasó con “El Encanto”, una colonia fundada por migrantes procedentes de otras partes de Chiapas y del Istmo de Tehuantepec.

La industria cafetera también atrajo a la región a numerosos chinos, traídos como trabajadores para las empresas agrícolas pero que se independizaron rápidamente para dedicarse a actividades propias, en el área de los servicios y el comercio. Los japoneses también llegaron y fundaron una colonia en Escuintla. Alemanes, suizos, españoles, norteamericanos, libaneses, sirios, entre otros, también llegaron como empresarios, trabajadores calificados o comerciantes y se establecieron en la ciudad y en las fincas y pueblos de la región, de manera que se trata de una región y de localidades cuya población es muy diversa cultural, económica e ideológicamente.

Hoy día, Tapachula es una ciudad de entre 350 mil y 400 mil habitantes. En el censo de 2010 tenía oficialmente 320,451 habitantes, lo que la convierte en la segunda ciudad en tamaño de Chiapas, después de Tuxtla Gutiérrez, la capital estatal. Paralelamente, los problemas urbanos, ambientales, sociales, políticos, mejor dicho, de toda índole, también han ido creciendo y multiplicándose: colapso de infraestructura y equipamientos colectivos, demanda alta de viviendas y escasa producción, agotamiento, contaminación y pérdida de suelos agrícolas, surgimiento de plagas, inundaciones; degradación y agotamiento de fuentes de agua, delincuencia organizada, pandillas, caravanas de migrantes; un pandemónium tanto en su acepción de confusión, ruido y gritos, como en la que significa “reunión de demonios”.

Las políticas neoliberales y las guerras desatadas por los Estados Unidos en Medio Oriente han destruido por completo las sociedades del tercer mundo, dejando a grandes contingentes de sus habitantes como única alternativa de supervivencia la emigración a Europa occidental y los Estados Unidos.

Así como el norte de África, Turquía y las fronteras orientales de Europa se han convertido en los principales puntos donde se contiene a los migrantes que pretenden llegar a las ciudades de capitalismo avanzado de Europa occidental; Soconusco, y particularmente la ciudad de Tapachula, se ha convertido en el punto estratégico para aplicar la política de contención a la migración que busca llegar a Estados Unidos. A México le toca jugar el papel de filtro y de receptor de los migrantes que los Estados Unidos se niegan a recibir. Recordemos que estas caravanas son producto de una política económica impuesta a las naciones débiles por Estados Unidos.

El Instituto Nacional de Migración estima que, tan solo de enero a junio de 2019, entraron a México a través de la frontera con Guatemala 460 mil migrantes indocumentados, la mayor parte de ellos a través de Tapachula. Los contingentes, si bien siguen siendo predominantemente centroamericanos, también están compuestos ahora por un gran número de personas de origen africano, árabe y asiático, lo que agrega los ingredientes que faltaban, el potencial peligro que entre ellos se escondan terroristas, así como amenazas a la salud.7

El doctor René Estrada Arévalo, un destacado miembro de la comunidad universitaria, tiene la preocupación de que a través de Soconusco llegue al país una pandemia de carácter global, y el estado mexicano carece de la infraestructura, el personal y los protocolos necesarios para enfrentarla. La tesis de este profesor de la UNACH se refiere a la conjunción de la gran riqueza de la biodiversidad del Soconusco, la cual, junto con el intenso flujo migratorio en todas sus modalidades -ilegal, temporal, de paso, etc.-, producen condiciones extremas de riesgo en salud. En un marco que considera a la salud como un bien público y universal y en el contexto de la seguridad nacional del país, propone que para proteger a la población migrante y residente de la región se establezca un blindaje sanitario para fortalecer la seguridad en salud en Soconusco.

Son tantos los aspectos que atender que rebasan la capacidad del gobierno para dar respuesta. Todo es urgente, el saneamiento de los ríos, esteros y lagunas; asegurar el abastecimiento de agua potable, mitigar o revertir el impacto negativo de los residuos sólidos, líquidos y gaseosos vertidos a los ecosistemas; disminuir la degradación de los suelos agrícolas; equipar a las localidades con servicios sanitarios, de salud, educación, cultura y capacitación. La emigración, la violencia criminal, las enfermedades…


7 Durante los días en que se hizo el trabajo de campo que dio origen a este artículo, la noticia mundial con la que los noticieros de la TV y las agencias informativas nos saturaban diariamente era la amenaza del coronavirus de Wuhan, que para entonces ya había causado la muerte de cientos de personas en el transcurso de unas semanas. Un año después, el coronavirus se había cobrado la vida de más de 2 millones de personas alrededor del mundo, provocando además el colapso del turismo mundial y otras ramas de la economía asociadas al mismo, generando cambios en las condiciones laborales y en los sistemas educativos y de salud. La pandemia del coronavirus efectivamente, demostró que nadie estaba preparado para enfrentar una amenaza de tal magnitud.

Referencias

Camas, F. J. (1995). “El crecimiento de la ciudad de Tapachula durante el siglo XX. Algunas reflexiones y resultados preliminares”, en Villers Aispuro, Roberto (Coordinador), Desarrollo Urbano y Ordenamiento del Territorio en Chiapas: Realidades, Prospectiva, Estudios y Acción, Facultad de Arquitectura, UNACH, pp. 35-43

Clark, J. E. y Blake, M. (1993). “Los Mokayas”, en Esponda Jimeno, Víctor Manuel (Compilador), La población indígena de Chiapas, Instituto Chiapaneco de Cultura, Gobierno del Estado de Chiapas, pp. 25-45.

Del Carpio, C. U. (2017). Soconusco, Chiapas. Transformaciones ambientales de origen antrópico. Decumanus, No. 2, Vol. 2, Octubre 2016-Otubre 2017, Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Chihuahua, México.

Del Carpio, C.U. (2018). Los mames y la formación de la frontera Cuchumatanes-Soconusco en el siglo XIX. Mundo Amazónico, 9(2): e65195. DOI: http://dx.doi.org/10.15446/ma.v9n2.65195

Escamirosa, L. F., Del Carpio, C., Ocampo, M., Estrada, R., et al. (2020). Informe Técnico: Propuesta de mejoramiento del hábitat de El Encanto, Tapachula, Chiapas. Instituto de Ciencias, Tecnología e Innovación del Estado de Chiapas (ID-1033). (Online): https://RedInvestiga.chiapas.gob.mx

Escamirosa, L. F., Del Carpio, C., Ocampo, M. y Estrada, R. (2020). Reconstrucción del hábitat en comunidades rurales de Chiapas: Caso de estudio Ocuilapa y El Encanto. Investigación en la Educación Superior, Academia Journals. Puebla, México, pp. 1061-1066. Online: http://www.AcademiaJournals.com Tomo+09+-+Investigación+en+la+Educación+Superior+-+AJ+Puebla+2020.pdf (squarespace.com)

Helbig, C. (1964). El Soconusco y su zona cafetalera en Chiapas. Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

Kerber, V. (2017). La primera comunidad japonesa en Chiapas, una utopía social a finales del siglo XIX. En Relatos e Historias en México No. 105, México (Online): http://www.relatosehistorias.mx